La muerte de Fraga

     Ahora le ha tocado el turno a Manuel Fraga. La teoría que afirma que la muerte es igual para todos y tarde o temprano siempre nos    alcanza parece que sigue siendo cierta.

    Fraga desaparece siendo uno de los grandes artífices de la democracia, hasta los sectores de la izquierda (aunque en España esta siempre es confusa) destacan su reconversión, la aceptación del juego democrático, su sincero aunque tardío sentimiento demócrata.

     Y yo me pregunto, ¿Dónde se han quedado aquellos fieles franquistas inadaptados? ¿No será fruto de un instinto de supervivencia política la senil reconversión de Fraga? ¿No es posible que más que amor por la democracia, los sentimientos que inspiraron al ex presidente dela Xunta, desde mediados de los setenta tuviesen más que ver con el apego al poder?

     Lo cierto es que con Fraga desaparece otro de los «testigos» de algunos de los episodios más turbios de la historia de España, y si nadie lo remedia, en pocos años no quedará nadie que pueda explicarnos lo que pasó durante los 40 años posteriores al fin de la GuerraCivil. Claro que nos quedarán los archivos, los cuales, por cierto, todavía están  cerrados.

    La muerte le llega con el tiempo a todo el mundo. Pero mientras que los artífices del  Golpe de Estado Militar contra la legalidad democrática y los responsables de que la dictadura que siguió al fin de la Guerra durase cuatro décadas -violando muchos de los artículos de los Derechos Humanos- mueren entre honores, reconocimientos y explicaciones edulcoradas de sus actuaciones. Los que defendieron la democracia primero en el conflicto armado y luego durante la larga dictadura se mueren en el más oscuro ostracismo.

   Quién sabe, puede que ni la muerte nos iguale.